Hace 11 años regresé a la sala de clases como maestra de tecnología de Forward Learning. Previamente ejercía como maestra de Historia de escuela superior. Los años fuera de la escuela junto a la falta de experiencia en el nivel elemental, estaban provocando un caos en mi sala de clase. Alguien me dijo: “si no controlas el grupo vas a tener serios problemas; los estudiantes no te van a dejar dar clase y después no sabrán lo que tienen que hacer”. Nada más cierto, aunque tengo que aceptar que mi orgullo profesional se vio afectado por ese comentario. Durante mis años de maestra de historia no era el “dejar hacer” lo que me caracterizaba, así que tenía que ver cómo lo solucionaba. A continuación les presento 6 estrategias para el manejo y control de la sala de clases.
Llamarlos por su nombre
Lo primero que hice fue recordar lo que una vez me dijo mi profesor de práctica docente; “no existe melodía más agradable que el sonido de tu nombre”. Así que los estudiantes dejaron de llamarse “Cuarto Grado” o “Quinto Grado”. Llamarlos por sus nombres les demostró que yo reconocía su presencia en el salón y así, ellos reconocieron la mía.
En guerra avisada…
¿A qué adolescente le gusta que le digan lo que puede o no puede hacer? Este es uno de los mayores retos con los que nos enfrentamos los maestros ya que ellos piensan que nosotros nos imponemos sobre ellos. Mi solución fue permitirle crear el código de comportamiento dentro del salón. En este caso, les presento una variedad de normas a seguir en el salón de clases y ellos deben seleccionar diez de estas. En muchos casos existen versiones más estrictas de lo que yo espero lograr. Los estudiantes seleccionan las normas de comportamiento esperado en cualquier salón de clases y, en algunos casos, en sus versiones más estrictas.
Delegar, confiar
Uno de los mayores reclamos que nos hacen a diario nuestros estudiantes es que no confiamos en ellos. Descubrí que un estudiante no te va a demostrar cuánto puedes confiar en él hasta que no le des la oportunidad. De hecho, en la mayoría de los casos, cuando confiamos en ellos se esmeran mucho más para quedar bien.
Consistencia
Muchas personas piensan que a los adolescentes no les gusta la estructura. Mi experiencia dice lo contrario. Descubrí que ellos agradecen y funcionan mejor cuando saben de antemano cuales son los procedimientos y cómo uno va a reaccionar en determinada circunstancia. Me tomó varios meses acostumbrarlos a colocar sus bultos en el área asignada, a salir por la puerta de salida, a guardar los audífonos de la manera correcta, a hacer log off en la laptop antes de salir del salón, entre otras cosas. Actualmente lo hacen casi automático y orientan a los compañeros de nuevo ingreso. Eso me permite ahorrar energías para dedicárlas a lo que realmente es importante; aprender.
El humor
Alguien dice que la letra que entra con sangre no se olvida. Yo digo que es la que entra con sonrisas la que permanece para siempre. En mi salón está permitida la risa y los comentarios jocosos siempre y cuando sea con respeto y mesura. Además, esta estrategia desanima a aquellos estudiantes que buscan, por todos los medios, la manera de interrumpir el curso de la clase con bromas y chistes, muchas veces de mal gusto.
Cuando usted habla, yo hago silencio
Mis estudiantes jamás me verán gritando o peleando con ellos para que hagan silencio. Cuando llegan un poco revueltos, los espero en silencio hasta que se ubican en sus lugares. Una vez comienzan a realizar el trabajo de la clase pueden hablar entre ellos. Pero cuando necesito dirigirme a ellos para aclarar dudas y dar instrucciones, me aseguro de que todos estén en silencio, y atentos.
Estas son algunas de las estrategias que me han ayudado en el manejo y control de la sala de clases. No son las más sofisticadas pero son las que me han dado resultado. Y tú, ¿cuáles utilizas? Nos gustaría saber cómo lo logras.
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